lunes, 21 de mayo de 2007

Los verdugos de la lengua (Dos años siendo OMINIS I)

Este domingo día 27 de mayo "El club de los OMNIS terminales (WLS Ver.)" cumple dos años. Para empezar a celebrarlo he puesto como "La canción de la semana" una magnífica canción de Mägo de Oz, "La Cantata del Diablo". Así que no dejeis de visitar la Windows Live Space Version para disfrutar de ella.

Además, como homenaje, he pensado, a lo largo de esta semana, poner aquí, en la Blogger Version, las mejores entradas de su Space hermano. Así que empiezo poniendo un texto que escribí hace ya un tiempo y que publiqué en la WLS Ver. el 21 de mayo de 2006.


LOS VERDUGOS DE LA LENGUA

El otro día estaba leyendo una noticia sobre otra de las tantas iniciativas que, hasta la fecha sin éxito, han intentado fomentar el hábito de la lectura entre los más jóvenes. Pues bien, mientras leía el artículo periodístico, llegó mi hermana y encendió la televisión. Fue cambiando de canal hasta que dio con uno de esos programas del “corazón”, y no me refiero a un documental sobre cardiología, que se puso a ver sin más. Esta vez discutían, y digo esta vez porque es lo único que se hace en estos espacios, dos ex-amantes conocidos por haber participado uno de esos programas en los que un grupo de desconocidos se encierra en una casa durante meses. El hecho es que, en la parte inferior de la pantalla, había un recuadro donde aparecían los mensajes que la gente enviaba con sus teléfonos móviles, ¡rentable negocio! Fue entonces cuando me di cuenta de lo inútil de las campañas anteriormente nombradas, ya que, al leer “L tine rson. Ela s na vruja, Tqm carino. 1 beso.”, te das cuenta de que, realmente, la gente ya lee, lo único que pasa es que no leen lo que deben leer.

Me explicaré. Todo el mundo sabe que el teléfono desbancó, en lo que respecta a comunicaciones, a la carta tradicional. Actualmente, y es que no hay cargo vitalicio, el teléfono, poco a poco, está siendo sustituido, de nuevo, por el lenguaje escrito, pero, ¡que lenguaje! Los mensajes cortos, los “chats” de Internet y todo un conjunto de nuevos servicios cómodos y, ante todo, rápidos (no vayamos a perder el ritmo de vida), son los sistemas de comunicación más utilizados en estos momentos. Sistemas que utilizan las mismas letras que utilizó Cervantes para escribir el famoso “En un lugar de la Mancha...”, allá por el siglo XVII. El único inconveniente es que no utiliza, ni de lejos, las mismas palabras. Si Cervantes hubiese nacido en estos tiempos que corren, habría escrito: “N 1 lgar d l manxa...”. Pero bueno, dejando eso a un lado, teniendo en cuenta la masificación de estos servicios, leer, lo que se dice leer, se lee.

El problema reside en las fuentes de lectura. Ya no se leen libros y grandes obras están siendo olvidadas. Seguro que si grandes clásicos, como La vida es sueño, llegasen a través de correo electrónico o SMS, por capítulos y cambiando el título por “L vda s seno”, Calderón tendría más admiradores que un triunfito. Pero esta no sería la solución, ya que, con este sistema se difunde la cultura, pero una cultura a medias, a cambio de decapitar la lengua.

Aún así, creo que la mejor forma de popularizar la lectura sería encontrar una simbiosis entre lo tradicional y lo nuevo. No por regalar libros te aseguras que serán leídos. Ahora, dejemos de un lado las campañas curtes. Cojamos a los famosos de moda, hagamos una buena campaña de marqueting y enviemos libros por Internet, con unas buenas animaciones en flash o alguna escena rodada por actores de moda y el ciber-libro, en dos semanas, es lo más popular. Y mira, se talan menos árboles.

Que desvarío, pues sí, pero a estas alturas, visto lo visto, no creo que la lectura pueda convertirse en algo frecuente así como así. Desde que leí aquel articulo estoy pensando algo original. Pero lo único que se me ha ocurrido ha sido la tontería de antes. Vivimos en un mundo frenético y tecnológico y todo debe ser, sobretodo, rápido, muy rápido. ¿Qué tal si hacemos que los libros sólo consten de principio y fin, nos saltamos el rollo de en medio y, así, ahorramos tiempo?

No hay remedio.

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